Cómo conducir estudios bíblicos efectivos
Si no tienes mucha experiencia enseñando a jóvenes y adultos, no te preocupes. Sólo sigue estos 11 consejos específicos para conducir estudios bíblicos efectivos.
1. Disfruta tú mismo.
Conducir un estudio bíblico es una maravillosa manera de disfrutar aún más el estudio bíblico personal. Y mientras lo guías, tu gozo e interés personal contagiará a otros.
2. Desafía a tu grupo.
Los estudiantes de 18 a 35 años, son divertidos y les gustan los desafíos. Tienen energía, inteligencia, franqueza y preguntas... ¡muchas preguntas! Están tomando decisiones cruciales en la vida. Desafíalos a servir a Dios con todo su corazón. ¡Dios te ha dado el privilegio de ministrarles!
3. No los llames “jóvenes o adultos”.
Es decir, puedes referirte a ellos como el “grupo de jóvenes” si quieres, pero con algo de creatividad probablemente podrías encontrar un mejor título, más atractivo. Además, cuando les estés hablando, transmíteles la urgencia de entender la palabra de Dios y la responsabilidad que tienen en la Iglesia de Cristo.
4. Concéntrate en las relaciones.
La clave de todo es conocer a las personas. Involúcrate en sus vidas más allá del salón de clases. Las buenas relaciones te llevarán a un mejor y más distendido estudio bíblico. Las personas se abren y son más honestas cuando se encuentran en un ambiente de amor y amistad. Ora por ellos en tu tiempo a solas con Dios.
5. Pide voluntarios para leer.
Algunos se sienten tan avergonzados de leer en voz alta como cuando eran niños y sus maestros los obligaban. Siempre pide voluntarios cuando quieras que alguien lea en voz alta, pero anima a aquellos que ponen voluntad y esfuerzo al leer.
6. Promueve la participación.
Mírate como el guía, no como el todopoderoso instructor que tiene todas las respuestas. Nunca digas a uno de tus estudiantes “Nooo, eso está mal” o “Muy bien, esa es la respuesta correcta”, porque las palabras del maestro tienen mucho poder.
Si alguien contestó mal, pide alguna otra opinión para promover una discusión creativa y así lograr que quien contestó mal siga intentándolo y aprendiendo; y si alguien contestó bien, sólo di “ajá, ¿alguien más tiene una opinión?”, para no "apagar" el cerebro a los demás que también están pensando y desean participar.
Mírate como el guía, no como el todopoderoso instructor que tiene todas las respuestas.
Asegúrate de usar siempre preguntas abiertas (aquellas que no pueden ser respondidas por un simple “sí” o “no”), y verás cómo los participantes se involucran activamente en la discusión.
Por ejemplo, en lugar de preguntar “¿alguna vez te sentiste solo?” (en donde las únicas respuestas posibles son “sí”, “no”, o “no sé”), pregunta “¿por qué a veces nos sentimos solos? o “¿en qué momentos sientes más soledad?” (las respuestas dependen de la experiencia de cada persona, y se pone muy interesante al compartir unos con otros).
7. Crea un ambiente familiar.
Para las discusiones o debates, pídeles que se sienten formando un círculo, para que todos puedan verse las caras. Prepara un delicioso cafecito fresco y aromático para añadir un poco de relax e informalidad a la reunión.
8. Inclúyelos a todos.
Vigila amablemente que algunas personas no dominen la discusión cuando otros tienen algo que decir. Asegúrate de que todos tengan Biblia y los demás materiales necesarios para el estudio bíblico.
9. Afírmalos a menudo.
Agradece a quienes comparten ideas, aun si piensas que la idea no es tan buena. Anima y apoya a los miembros del grupo mientras responden preguntas y aplican a sus vidas lo que han aprendido.
10. Dales tiempo para conocerse.
Si el grupo no ha tenido mucha experiencia en estudios bíblicos participativos, tomará tiempo para que se sientan cómodos abriendo su corazón unos con otros. Espéralos. Dales tiempo. Incentívalos para que gradualmente se abran y sean lo más honestos posibles con sus respuestas.
Da el ejemplo tú mismo, contando tus propias experiencias y siendo honesto con tus sentimientos. No te muestres tipo “líder todopoderoso”, ellos se darán cuenta que no estás siendo sincero (tú y nosotros sabemos que los líderes estamos muy lejos de ser todopoderosos).
Muéstrate tal cual eres, con tus aciertos y defectos, la vulnerabilidad te hace una persona más accesible a todos y envía un mensaje de esperanza a aquellos que se sienten débiles o incapaces de alcanzar la victoria en Cristo.
11. Prepárate y lidera en oración.
Ora por los participantes de tu grupo cada día, los 365 días del año. Y ora para que el Espíritu Santo use tu enseñanza para ayudar a las personas a crecer en la fe y en el conocimiento del Hijo de Dios.
Como líderes sabemos que si Dios no opera el milagro de la revelación de Jesucristo en sus corazones, en vano son nuestros estudios y métodos educativos. Pero Dios obrará poderosamente a partir de tu entrega y devoción personal hacia Él.
No dejes de hacer tu parte, pero asegúrate de que Dios también pueda hacer la suya sin impedimentos de ningún tipo. ¡Esa es la clave para cualquier ministerio exitoso!